La música y la danza han sido parte integral de la vida de Olga desde que tiene memoria. Originaria de Guatemala, Olga comenzó su viaje bailando con el Grupo de Música Folklórica Siguan Tinimit. A finales de su adolescencia y principios de los veinte, viajó junto a su padre, quien tocaba la marimba, representando el folklore guatemalteco.

Cuando se mudó a Chicago en sus veintes, se unió a un grupo de teatro local. Sin embargo, la vida la llevó por otros caminos y sus pasiones artísticas quedaron en pausa durante muchos años. Hace unos años, ahora viuda y abuela, Olga decidió retomar lo que siempre había amado. Esta vez, sin embargo, las cosas eran diferentes. Era mayor, y su nuevo grupo de amigas, provenientes de diferentes países latinoamericanos, no tenían experiencia previa en baile folclórico, teatro, ni en ningún tipo de actuación. Algunas eran sobrevivientes de cáncer o lidiaban con condiciones médicas.

Lo que comenzó como un esfuerzo personal pronto se convirtió en una comunidad de desafío, compasión, enseñanza y perseverancia. Ahora, Olga encuentra aún más alegría en el proceso, al ver cómo la danza y la actuación traen una nueva vida y posibilidades a quienes alguna vez pensaron que esto no sería posible.